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Ortega Muñoz visto por su Fundación

LOS ORIGENES

Nace en San Vicente de Alcántara, hijo de una destacada personalidad local y a los seis años queda huérfano de madre. Obtiene el título de Bachiller en Salamanca, aunque dada su marcada vocación por la pintura, la cual practiva de forma autodidacta desde pequeño, rechaza la recomendación paterna de seguir una carrera universitaria y se traslada a Madrid en 1919.

MADRID 1919

Durante los meses de octubre y noviembre de 1919, Ortega Muñoz envia a su familia postales que reproducen algunos de los cuadros que copia por aquel entonces en el antiguo Museo de Arte Moderno o en el Museo del Prado, para convencer a su padre de la autenticidad de su vocación artística. Contínúa siendo autodidacta y es en esta etapa cuando se inica en la pintura al aire libre en el entrorno de la Dehesa de la Villa, acompañado entre otros jóvenes artistas por el pintor filipino Fernando Amorsolo. Desués de permanecer algún tiempo en la capital madrileña decide transladarse a Parías.


PARIS


Ortega Muñoz llega a París a finales de 1920. Además del ambiente artístico de la capital francesa, uno de los acontecimientos más importantes de su paso por la ciudad es la amistad que mantiene con Gil Bel, que perdurará hasta la muerte del poeta. A través de Gil Bel, Ortega participará en un proyecto colectivo. (al que se incorporaron muchos jóvenes de su época), que promueve el reencuentro con las gentes del pueblo y la fibra más enraízada de la España profunda, y que asumirá un fundamental propósito de insurgencia y de renovación en la plástica española a finales de esa década. Ortiga había llegado a la capital francesa llevado por su aspiración a una pintura moderna (cuyas referencias cardinales encontró en VanGogh, en Gaugin y en Cezánne), pero a causa de la crisis tanto ideológica como formal de la vanguardia que entonces se vivía en el París de la post-guerra, se decide a viajar hacia el sur, a Italia, para reencontrar en los maestros del pasado unos valors más auténticos de espiritualidad, sencillez y pureza.

ITALIA

Ortega llega a Turín en 1921, desde donde viaja a Milán, al Lago de cómo, San Remo, Cichy, Juan les Pins, y quizás España. En febrero de 1922 pasa una corta temporada en Florencia y después recorre Italia: Nápoles, Pompeya, Roma, Génova y de nuevo Milán.


En el Lago Maggiore conocer al pintor inglés Edgard Rowley Smart, con quien pasa un corto perido de aprendizaje y al que retrata en reconocimiento a la influencia que tuvo en sus inicios. Su trato lleva a Ortega al convenciomineto de que, frente a la sinrazón del mundo contemporáneo, hay que volver a la naturaleza y devolver al arte la autenticidad de las verdades espirituales y de las emociones sencillas. Acabada la temporada del año 1926, Ortega viaja a Ginebra y a Lyon, desde donde regresa a España.



LA ESCUELA DE VALLECAS, LA PRIMERA EXPOSICION EN ZARAGOZA.

Este momentáneo regreso a España resulta de gran importancia en el conjuunto de su peripecia, ya que es entonces cuando en compañía de Alberto Sánchez, Benjamín Palencia y Gil Bel, protagoniza una de las excursiones fundacionales de la Escuela de Vallecas. Poco después, en marzo de 1927, realiza una primera exposición de su obra en el Círculo Mercantil de Zaragoza. En estos episodios debujo jugar un papel muy importante la relación de amistad que tenía con Bel desde que se conocieron en París. En su influencia y la de la escuela vallecana, lo que impulsó al pintor a “volver la mirada al campo para recoger el alma de las gentes sencillas y las tierras de España”; así como a pintar algunos de los cuadros de tipos aragoneses que presentó en aquella primera exposición de Zaragoza, tras la que vuelve a marcharse de España, esta vez con destino a Suiza.

CENTROEUROPA. WORPSWEDE.

1927 Y 1928 SON AÑOS DE PEREGRINAJE. Comienza en Zurich y continúa por Bruselas, Bremen, Hamburgo, Hannover, Frankfurt y Berlin. Lo más interesante de 1928 es su visita a Worpswede, donde se había instalado una colonía de pintores y artistias dentro de la que habían trabajado figuras como Fritz Mackensen, Heinrich Vogueler, Paula Becker y Clara Westhoff. Todos mostraban interés por los paisajes bucólicos y las estampas campesinas como reacción frente a los sofisticados artifiios y refinamientos decadentes de la vanguardia. La vida campesina y el ambiente creado en torno a la pintura del expresionismo le influyeron notablemente.

DE NUEVO EN PARIS.

Ortega regresa a Francia a finales de 1928 para dedicarse a conseguir encargos. Con tal fin viaja a Niza, Montecarlo, Cichy, Biarritz y París donde se reúne con su amigo el surrealista Gonz´lez Bernal para viajar hacia los Países Bajos.

LOS PAISES BAJOS, ITALIA Y LAS REGIONES BALCÁNICAS.

De 1930 a 1933 Ortega sigue pintando, recorre Holanda y más tarde, viaja a Génova, el Lago Maggiore, Venecia, Viena y Budapest. Es la primera vez que Ortega sale de los recorridos referenciales del arte europeo y lo hace tanto por sus propias inquietudes como por consejo de su amigo y representante, el actor húngaro Heinrich Domahidy, que consigue que varios periódicos de su país reseñen la inesperada visita del pintor español.

EN ORIENTE MEDIO Y EGIPTO.

En 193. Ortega llega al Cairo, no sin haber pasado primero por Grecia y Constantinopla. Para entonces sus facultades como retratista le han proporcionado un modo de vida desahogado e importantes contactos. Expone por primera vez en Alejandría y la acogida es tal que vuelve a exponer allí un año después. En esta segunda exposición presenta cuarenta obras a modo de antoglogía de sus trayectorias. Ya aparece aquí su amor por la naturaleza, el equilibrio entre color y estado de ánimo y esa atmósfera de quietud y tristeza características de su pintura. Cuelve a Italia y en marzo de 1935 decide regresar a España.

1935. EN EL CIRCULO DE BELLAS ARTES.

Desde Extremadura, Ortega dedica el año de 1935 a preparar una exposición para darse a conocer en Madrid. Finalmente ésta tuvo lugar en el Círculo de Bellas Artes y se inaguró el 13 de abril de 1936, fecha importante por ser año fatídico en la historia de España. A pesar de lo inestable de la situación política, Ortega despliega una gran actividad que le lleva a ser seleccionado tanto para la Bienal de Venecia como para la Exposición Nacional de Bellas Arts. Esta última se celebra con retraso y bajo un clima político caótico. Ortega no espera a la inauguración sino que decide abandonar de nuevo España antes de que estalle la guerra. Ambas exposiciones resultan ser un gran éxito y la crítica destaca su “deambular cosmopolita” sus “excepcionales facultades” y la posición “equidistante” que mantiene con respecto a la pintura española de su tiempo.

LA GUERRA CIVIL, LEJOS DE ESPAÑA.

Tras salir de España, espera en Marsella a que su prometida Leonor Jorge Ávila, se reúna con él. Se casan en Diciembre de 1936 y se instalan en Suiza, sin renunciar a los viajes que en él son habituales: Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia. En la Galería Blomqvist (Oslo), con la que habían trabajado pintores de la talla de Eduard Munich, celebra una importante exposición que mostró los últimos cuadros que pintó antes de volver definitivamente a España. En estos años gana destreza y madurez en su manera de pintar, aunque no será hasta su vuelta a San Vicente cuando el pintor consiga dar un giro decisivo a su carrera.

EL REGRESO.

Durante los años de la inmediata osguerra Ortega Muñoz se instala en San Vicente de Alcántara. Es entonces cuando Ortega se reencuentra por fin con la silenciosa y solitaria extensión de su paisaje y con la cercana realidad de este mundo que siente como auténticamente propio y que da soporte y concreción a su pintura.

1940. LA CUENTA ATRÁS DE LA POSGUERRA.

En 1940 inaugura su prímera exposición tras la guerra, en la que sería su segunda muestra en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Comienza así una carrera profesional que le deparará numerosos triunfos, tanto nacionales como extranjeros. Inicia una intensa actividad expositiva: así, por ejemplo, cabe detacar sus muestras individuales e n la Galería Fayans Catalá de Barcelona en 1942 y en la Galería Estilo de Madrid en los años 1948 y 1949, donde expone un conjunto de óleos que representan el mundo rural con la sencillez, las formas simples y las gamas de colores terrosos que tanto van a caracterizar su obra. Al tiempo que aparecen las primeras notas de modernidad a través de ciertas influencias del arte italiano, como el primitivismo, la metafísica y el Novecento.

PAISAJES EN EL CENTRO DE LA PERIFERIA

La década de los cincuenta comienza para Ortega en 1951 cuando el escritor Gerardo Diego le descubre gracias a Los Membillos en la I bienal Hispanoamericana, celebrada en Madrid, que marcaría su plena recepción en el ambiente artístico español. Tanto es así que al año siguiente decide trasladar su residencia a Madrid hasta su falleciminento aunque en numerosas ocasiones realiza prolongada estancias en el campo. En 1953 y curiosamente en la última Exposición Antológica celebrada or la Academia Breve de Crítica de Arte, los “académicos” deciden incluir uno de sus cuadros. Ya para entonces estaba preparando una gran exposición en la sala de la Dirección General de Bellas Arts en el Museo Nacional de Arte Contemporáneo y en las Galerías de arte Syra de Barcelona, que supusieron un clamoroso éxito.
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LA II BUENAL HISPAONAMERICANA.

A partir de 1954, su reconocimiento internacional y nacional es innegable. Considerado como uno de los renovadores del panorama artístico español, sus éxistos no hacen sino aumentar un deseo real de representar a la tierra extremeña a través de sus pinturas. Entre esos triunfos, en 1953 había participado en la II Bienal Hispanoamericana de Arte de La Habana, donde recibe el Gran Premio de pintura,; en 1954, está resente en la XXVII Bienal Internacional de Arete de Venecia y al año siguiente, en la III Bienal Hispanoamericana de Arte en Barcelona, que le dedica una sala de hornor. Asimismo participa en la Exposición Española de Pintura y Escultura Contemporáneas, organizada por el Ministerio de Asuntos Exteriores en los Países ärabes, que viaja durante diez meses por diversas capitales de Próximo y Medio Oriente: Beirut, Damasco, Bagdad,…


LA RABIDA, EL ATENEO DE MADRID Y EL MUSEO DE BILBAO.

En mayo de 1956 presenta una muestra antológica en la sede de la Escuela de Esudios Hispanoamericanos, organizada por el Club la Rábida de Sevilla y a finales de año la Sala Santa Catalina del Ateneo madrileño expone treinta y tres cuadros fechados entre 1926 y 1956 que resumen su producción artística. La opinión crítica de la muestra fue muy variada, desde adjetivos que le califican como defensor de unos ideales de simplificación, depuración y purificación, hasta las opiniones de importants críticos de arte como Camón Aznar, uien ensalzaba aquellos elementos que determnaban el silencio de sus obras; Gaya Nuño, quien se centraba en el dramatismo y en el encuadre generacional que ocupaba el artista, o bien Luis Trabazo, quien consideraba su obra dentro del concepto de lo moderno. A finales de año, en diciembre, expolia en el Museo de Bellas Artes del Parquede Bilbao donde, aunque con una crítica menor que la anterior, su pintura fue definida ya como “auténticamente suya” anunciando un estilo propio e independiente.


EN LA BIENAL DE VENECIA.

En el mes de abril de 1957 se realiza la primera muestra antológica en la ciudad de Badajz, en concreto en las Salas de la Delegación de Cultura de Diputación Provincial; a los diez dias de su clausura el Sálón de Actos del Ayuntamiento de Cáceres EDICA una muestra individual al artista, en cuyo catálogo se reinvindica una pintura de origen extremeño, pintura directa y sencilla. Contínúa su carrera imparable en el exterior y por ejemplo, participa en la II Bienal de Arte de los Países Ribereños del Mediterráneo, iniciada en Alejandría y al año siguiente, en la XXIX Bieneal Internacional de Arte de Venecia, donde se le reserva una sala de honor. La década de los cincuenta finaliza ocn su muetra individual en las Salas de la Dirección General de Bellas Artes y su participación en la colectiva de la Exposición Inaugural del Museo Español de Arte Contemporáneo en Madrid.



NUEVA YORK, años 60.

Los primeros años sesenta se van a caracterizar por una frenética actividad expositiva. Así por ejemplo, en 1960 participa en la colectiva realizada en el Guggenheim Internacional Award de Nueva Cork; en 1962 en 20 años de pintura española en el Atenéo de Madrid, En 1964 en la colectivia 25 años de arte español celebrada en el Palacio de Cristal del Retiro e inaugura su segunda exosición en la Sala Santa Catalina del Ateneo; en 1967 la Galería Biosca de Madrid presenta sus últimos trabajos. Camón Aznar escribe sobre el momento de plenitud del artista, que califica de “suprema síntesis: todo aquilatado, serenizado, reducido a esquema del alma”. Para finalizar en 1968 se le dedicó una sala monográfica de honor en la última Exposición Nacional de Bellas Artes.

EN EL CASON DEL BUEN RETIRO.

1970 es el año en que su carrera rtística se ve plenamente consagrada con su exposición retrospectiva en el Casón del Buen Retiro de Madrid a la que siguen las monográficas que presenta en las Salas Góticas de la Biblioteca de Cataluña en Barcelona, en el Pabellón Medéjar de Sevilla, y en las Salas de la Delegación de Cultura de la Diputación de Badajoz. En el exterior participa en la muestra colectiva Masterpieces of Fifty Centurias, que organiza el Metropolitan Museum de Nueva Cork, en donde vuelve a exponer a finales de año en la Galería Hastings del Sapanish Institute. Para entonces, críticos de varias generaciones se han pronunciado en los términos más elogiosos sobre su pintua: Camón Aznar, Llosent y Maratón, Luis Felipe Vivanco, Gaya Nuño, José Maria Moreno Galván, Manuel Sánchez Amargo, Alonso Zamora Vicente, Santos Torreoella, Baltasar Porcel, Corredor-Matheos. Sin perser su relación con los referentes figurativos, su obra alcanza una extrema


Concpetualización de orden abstracto. Se le considera un renovador del paisaje español y uno de los pintores más relevante del arte español contemporáneo.



ULTIMAS EXPOSICIONES.

Tras ser incluida su obra en numerosas muestras colectivas – Maestros contemporáneos del paisaje español en la Galería Sur de Santander, Arte-73. Sevilla, Museo del Arte Contemporáneo, El ábol a través de un siglo de pintra español, 1874-1974, Banco de Granada, Homenaje a DOrs, Galería Biosca, Madrid en 1977 y tras siete años sin exponer en la capital, Ortega Muñoz reaparece, ahora en la Galaería Felipe Santullano, con un arte elegante, discreto y mesurado. No en vano José María Moreno Falván dedicó un importante artículo a la muestra, que serumía toda su producción, titulado “Ortega Muñoz, el signo del paisaje en España”. Entre las últimas grandes exposiciones.


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